Seguimos en la misma serie de textos: cómo ser cada vez mejores personas y hacer del mundo un lugar más habitable. En la anterior entrada se nos incitaba a tratar a quien se nos cruce de "mogólicos". Ésta ya es directamente un manual de instrucciones para jorobar al prójimo a través del teléfono. No nos importa que ese prójimo sea un pobre tano que se desloma mientras ve que la economía le tira el negocio abajo. Mucho menos que se trate de una viejita que no ve al hijo desde antes de que muriera el marido. Duro con ellos. Un anecdotario edificante; un texto cancherito que la va de políticamente incorrecto, con la marca en el orillo de Orsai. Uno de esos relatos que se leen distinto cuando le sucede a alguien cercano. Mirá si a esta hora Chichita o Roberto están atendiendo el teléfono en Mercedes ¿no?